miércoles, 20 de agosto de 2008

Adiós a los tiempos de la comida barata

Los ciclos económicos de alza y baja en los precios de los granos básicos presentan una oportunidad histórica para ser aprovechada por los productores hondureños de maíz.
Honduras
- Iván Vásquez

El agro hondureño se encuentra entre el riesgo y la oportunidad ante un incremento de los precios y la demanda mundial de alimentos. Para producir cada kilo de carne de res, cerdo o de pollo que consumirá este día con su familia, se destinaron tres kilos de maíz.
En Honduras se produjo entre 2002 y 2007 un promedio anual de 11.33 millones de quintales de maíz, pero es necesario importar 9.5 millones para procesar alimentos para consumo animal.
Las constantes variaciones de los precios internacionales de los alimentos en los últimos dos años permite proyectar a los economistas locales e internacionales que se terminó el tiempo de la comida barata.
Casamiento
El gerente del Instituto Hondureño de Mercadeo Agrícola (IHMA), Obdulio Chévez, sostiene que el estimado de la cosecha de maíz y frijol rojo será suficiente para cubrir la demanda interna, pero los precios no se parecerán a los cotizados hace dos años.
La reserva estratégica de maíz registra en la actualidad unos 119,000 quintales y unos 21,000 quintales de frijol rojo, que han permitido mantener el precio de la medida de frijol a 70 lempiras en las tiendas de Banasupro.
A criterio de Chévez, casi 500,000 quintales de frijol correspondientes a la cosecha de primera saldrán al mercado a finales de agosto y a mediados de septiembre. "Es probable que debido a los altos precios de los fertilizantes se cotice el quintal de frijol hasta 1,100 lempiras, pero es muy difícil que ese precio disminuya, porque sería una falta de estímulo para los productores. Creemos que la libra de este grano se cotizaría entre 12 y 13 lempiras", dijo el funcionario.
El ministro de Agricultura, Héctor Hernández, proyecta para este año una producción de un millón de quintales de arroz, pero es muy probable que esa meta tampoco se cumpla, según apreciaciones de los importadores de este grano básico. El promedio anual de producción registrado entre 2002 y 2007 asciende a los 340,350 quintales de arroz.
El gerente del IHMA sostiene que este año se dependerá de las importaciones tradicionales de arroz. El sector molinero comparte ese criterio.
El mercado
El rector de la Escuela Agrícola Zamorano (EAP), Kenneth L. Hoadley, explica que una serie de factores disparan el alza al precio de los alimentos agrícolas, ya sean producidos en el ámbito local o importados.
Entre los principales aspectos se encuentra el incremento del ingreso económico en países emergentes como China, India y Brasil. El consumo promedio de carne registrado entre los 1,313 millones de chinos oscila entre 20 y 50 kilos durante el período comprendido entre 1985 y 2007. Eso quiere decir que cada habitante elevó el consumo de granos en 90 kilos, gracias a un alza en sus ingresos económicos de un 9 por ciento. La India proyecta un incremento de los ingresos en 5.5 por ciento durante los próximos 25 años, eso quiere decir que se demandará más arroz, leche, vegetales y se incrementará en 100 por ciento el consumo de carne y 300 por ciento el de granos. Hoadley explicó que el consumo humano de granos crece en relación a la población, pero el consumo total de granos se eleva con un alza en los ingresos.
Biocombustibles
El rector del Zamorano recordó que Europa y Estados Unidos mantienen su meta a mediano plazo de sustituir un 10 por ciento del consumo nacional de gasolina por etanol, combustible natural procesado con maíz. EE UU destinó en 2002 unos 15 millones de toneladas de maíz para producir etanol y en 2007 convirtieron 85 millones de toneladas del grano amarillo en biocombustibles. Esta cifra superó el total de las exportaciones de EE UU durante el referido año y se tendría que duplicar las cifras para lograr la meta de sustituir el 10 por ciento del consumo de gasolina.
¿Cuánto se pagó?
El precio del bushel de maíz equivalente a 55.48 libras se ha cotizado de manera histórica entre 2 y 2.50 de dólar, pero en julio del presente año superó los siete dólares.
El precio promedio para el bushel de frijol soya ha sido de 5 dólares, pero este año llegó hasta 15 dólares.
El precio del bushel de arroz se cotiza alrededor de 20 dólares, cuando la tarifa tradicional es de 6. El costo del bushel de trigo se cotizó en 7.50, el doble del precio promedio. En las últimas semanas se reporta una importante disminución en el precio de estos alimentos, que coincide con una merma de 30 dólares al precio del barril de petróleo, que en la actualidad se cotiza en 113 dólares.
La estrategia
Hoadley expresó en el marco del Segundo Congreso Industrial, efectuado por la Asociación Nacional de Industriales, que Honduras tiene los rendimientos de producción de maíz más bajos de Centroamérica, pero que en el plazo de tres años se puede sustituir las importaciones de 9.5 millones de quintales de ese grano. Recomienda al gobierno no imponer controles de precio, invertir en investigación y tecnología, así como destinar líneas de crédito para los productores.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Estanflación

31 Julio 2008

El artículo que transcribo al final de este comentario transmite una explicación bastante didáctica sobre la estanflación; sin embargo, y como la economía no es una ciencia exacta debido al componente humano de la misma yo opino que la estanflación actual tiene un “componente muy humano” que no está recogido en el mismo y que se refiere a uno de los Pecados Capitales que más ha alentado el neoliberalismo … ¡la AVARICIA!.

Como he escrito en repetidas ocasiones, las leyes económicas que el bueno de Adam Smith nos legó estaban basadas en las observaciones que hizo en base a la sociedad en la que vivía; pero esa sociedad no es la misma que la sociedad que existe en el siglo XXI en la que se han perdido un montón de valores morales.
Si aplicamos la razón, y esas leyes económicas, ante la caída del consumo [demanda] debería producirse una caída de los precios; sin embargo, no es así. ¿Porqué?.
Para mi, la respuesta no tiene dudas …. ¡por la avaricia de los empresarios que ante la declinación de la demanda, y por ello de las ventas, suben los precios pues quieren obtener, cuando menos, los mismos beneficios. En todo caso está claro que el ¿ libre mercado ? se ha convertido en una farsa.
No hay que olvidar en ningún momento que los precios no sólo están regidos por el binomio demanda-oferta, sino que hay un componente “personal” del empresario que decide el monto del beneficio a obtener con sus productos. Es por ello que la inflación no siempre y no sólo se produce por una presión objetiva de la demanda, sino que por una decisión “humana” del dueño de la mercancía.
Junto a lo descrito se produce frecuentemente una falsedad más al decir que los aumentos salariales producen inflación. Eso podría ser así, tal vez, en los países más desarrollados, pero en los países subdesarrollados en los que el salario es de subsistencia, y por ello la capacidad adquisitiva está bajo mínimos, tal aseveración es un disparate que sólo busca aumentar los beneficios empresariales por la vía del trabajo cuasi esclavo.
Hay que recordar que el fenómeno de la deslocalización de empresas no se produce de una forma caprichosa debida al espíritu aventurero de los dueños de las mismas; se produce, precisamente, por la búsqueda de fuerza de trabajo más barata que proporcione un aumento de las cuentas de resultados de las compañías.
Claro que esa táctica, a la larga, lo que produce es una disminución de la capacidad adquisitiva en los países de origen de dichas empresas, que son, a su vez, los países de destino de las mercancías producidas en otras latitudes ya que los empresarios están deslocalizados para producir pero no lo quieren estar para vender sus productos [una camiseta que les cuesta 5 dólares en donde la fabrican la venden a 50 dólares en sus países de origen]. Esa disminución de poder adquisitivo, que ya se está visualizando en la actualidad por un evidente aumento del desempleo en la mayoría de los países desarrollados, está generando un bajón en las ventas y con ello que muchas empresas enfrenten serias dificultades financieras, que también se comienzan a visualizar con el aumento de las quiebras y las suspensiones de pagos.
Miguel de Arriba
En la cuerda floja de la estanflación
La estanflación -calco del inglés «stagflation», palabra compuesta a partir de «stagnation» (estancamiento) e «inflation» (inflación) indica el momento o coyuntura económica en que, dentro de una situación inflacionaria, se produce un estancamiento de la economía y el ritmo de la inflación no cede. Según ciertos observatorios económicos, ese es ya el cuadro que presenta España, uno de los más difíciles de encarar.
Estanflación es un término que fue acuñado en 1965 por el entonces ministro de Finanzas británico, Ian McLeod, quien, en un discurso ante el Parlamento formuló la siguiente definición: «Es la situación económica que indica la simultaneidad del alza de precios, el aumento del desempleo y el estancamiento económico, entrando en una crisis o incluso recesión».
España no está técnicamente en recesión, situación que requiere encadenar dos trimestre consecutivos de crecimiento negativo, pero sí se encuentra la borde del «crecimiento cero», según el cálculo semioficial que ayer anticipó el Banco de España y que por lo general coincide con el oficial del Instituto Nacional de Estadística. Con la inflación por encima del 5 por ciento y por ahora sin remitir, el diagnóstico se aproxima a la «estanflación», considerado uno de los peores escenarios económicos posibles por la dificultad de su manejo y corrección. Las políticas monetarias y fiscales que suelen utilizarse para dinamizar una economía recesiva empeoran el componente inflacionario de la estanflación y las políticas monetarias restrictivas que se utilizan para combatir la inflación tienden a profundizar y ampliar su componente recesivo.
La estanflación distorsiona completamente los mercados y coloca a los gobiernos y a sus bancos centrales en una posición muy delicada. En la estanflación la recesión suele ser parcial, registrándose simultáneamente el decrecimiento de algunos sectores, como la producción de bienes, junto al crecimiento de otros sectores, como la producción de servicios. Si se trata de una economía relativamente abierta y la inflación viene acompañada de un proceso de devaluación, puede registrarse una contracción de las actividades que consumen divisas y una expansión de las que generan divisas. Esto representa un desafío enorme para las autoridades pues reciben señales mixtas y contradictorias sobre la economía que hacen muy difícil decidir qué políticas aplicar, en qué secuencia y en qué momento tomarlas. «Es lo peor de los dos mundos», dicen muchos economistas.
Aunque las recesiones pueden tener causas internas o externas, la estanflación siempre es de origen interno, «la inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario» y quienes manejan las monedas soberanas son las autoridades monetarias de cada espacio. En el caso español, como ocurre para toda la zona euro, esa autoridad monetaria no es nacional, sino el Banco Central Europeo (BCE), cuyo mandato primigenio es luchar contra la inflación. La política monetaria está fuera del alcance del Gobierno. La otra herramienta básica de política económica, la fiscal, también está limitada por las obligaciones comunitarias de estabilidad presupuestaria.
En cualquier caso, la estanflación se convierte en un dilema para las autoridades que sí manejan los flujos monetarios, que debe elegir entre las medidas normalmente usadas para incrementar el crecimiento económico y aumentar, por tanto, una inflación o políticas para luchar contra la inflación que reducen la actividad en una economía en situación de paro. Un ejemplo diáfano: la estrategia de reducción de los tipos de interés está generalmente indicada para reanimar el consumo y la inversión y, por tanto, puede contribuir a superar el estancamiento económico, pero a la vez repotencia las tensiones inflacionistas. Otro caso: subir los tipos, como ha venido haciendo desde 2005 el BCE, puede contribuir a contener la inflación, pero coarta la expansión del crecimiento.
Fuente: La Nueva España