viernes, 4 de julio de 2008

El Banco Mundial insta a renovar el énfasis en la agricultura para el desarrollo

CIUDAD DE WASHINGTON, 19 de octubre de 2007. En la última edición del Informe sobre el desarrollo mundial se insta a incrementar la inversión en agricultura en los países en desarrollo y se advierte que, a fin de alcanzar el objetivo de reducir a la mitad la extrema pobreza y el hambre para 2015, el sector agrícola debe convertirse en el eje del programa de desarrollo.
En el informe, titulado Agricultura para el desarrollo, se indica que durante los últimos 20 años, los sectores agrícola y rural han sido desatendidos y no han recibido inversiones suficientes. Mientras que el 75% de los pobres del mundo viven en las zonas rurales, sólo el 4% de la ayuda oficial para el desarrollo se destina a la agricultura en los países en desarrollo. En África al sur del Sahara, una región cuyo crecimiento depende en gran medida de la agricultura, el gasto público en ese sector es también de sólo el 4% del gasto total y los gravámenes impuestos al sector continúan siendo relativamente altos.
El Grupo del Banco Mundial aboga por la elaboración de un nuevo programa de “agricultura para el desarrollo”. Según el Informe sobre el desarrollo mundial, el crecimiento del PIB originado en la agricultura es aproximadamente cuatro veces más eficaz para reducir la pobreza que el generado en otros sectores.
“Un programa dinámico de 'agricultura para el desarrollo' puede beneficiar a los casi 900 millones de habitantes de las zonas rurales de los países en desarrollo que viven con menos de US$1 al día, la mayoría de los cuales se dedica a la agricultura”, señaló Robert B. Zoellick, presidente del Grupo del Banco Mundial. “Es preciso dar más importancia a la agricultura en todos los ámbitos. En el plano internacional, los países deben poner en marcha reformas fundamentales, como reducir las subvenciones que distorsionan el comercio y abrir los mercados, mientras que los grupos de la sociedad civil, en especial las organizaciones de agricultores, deben tener más participación en la elaboración de los programas agrícolas”.
Según el informe, la agricultura puede ofrecer caminos salida de la pobreza si se realizan esfuerzos para incrementar la productividad del sector de los alimentos básicos, vincular a los pequeños agricultores con los mercados en rápido crecimiento para productos hortícolas, avícolas, pesqueros y lácteos de alto valor, y generar empleos en la economía rural no agrícola.
“El crecimiento agrícola ha logrado reducir la pobreza rural con mucho éxito en Asia oriental durante los últimos 15 años”, sostuvo François Bourguignon, primer economista y primer vicepresidente, Economía del Desarrollo del Banco Mundial. “El desafío consiste en sostener y ampliar la capacidad única de la agricultura para reducir la pobreza, en particular en África al sur del Sahara y Asia meridional, donde el número de pobres de las zonas rurales continúa aumentando y probablemente seguirá excediendo el de las zonas urbanas durante al menos 30 años más”.
Por su parte, el Banco Mundial prevé incrementar su apoyo a la agricultura y el desarrollo rural, luego de la disminución en el financiamiento otorgado al sector que se registró en las décadas de 1980 y 1990. En el ejercicio de 2007, los compromisos alcanzaron los US$3.100 millones, lo que marcó un aumento por cuarto ejercicio consecutivo.
Conclusiones detalladas
En el informe también se indica que la oferta mundial de alimentos se ve sometida a gran presión a causa de la expansión de la demanda de alimentos, forrajes y biocombustibles; el aumento del precio de la energía; la creciente escasez de tierra y agua, y los efectos del cambio climático. Esto, a su vez, contribuye a la incertidumbre respecto del precio de los alimentos en el futuro.
La agricultura consume el 85% del agua que se utiliza en el mundo y el sector contribuye a la deforestación, la degradación de la tierra y la contaminación. En el informe se propone una serie de medidas para lograr sistemas de explotación más sostenibles y se describen incentivos para proteger el medio ambiente.
De acuerdo con el informe, en los países agrícolas -en cuyas zonas rurales habitan 417 millones de personas, de los cuales 170 millones viven con menos de US$1 al día-, la agricultura es esencial para el crecimiento, la reducción de la pobreza y la seguridad alimentaria. La mayor parte de estos países se ubican en África al sur del Sahara. Allí el sector agrícola emplea al 65% de la fuerza laboral y genera el 32% del crecimiento del PIB.
Para lograr el desarrollo de África al sur del Sahara, se requiere con urgencia solucionar diversas cuestiones destacadas en el informe: la insuficiente inversión pública en agricultura, el apoyo de los donantes para ayuda alimentaria de emergencia y la poca atención a las inversiones que incrementan los ingresos, las barreras arancelarias y las subvenciones que los países ricos aplican a productos básicos esenciales tales como el algodón y las oleaginosas, y la falta de reconocimiento del potencial de millones de mujeres que juegan un papel preponderante en la agricultura.
En los países en proceso de transformación, como China, India y Marruecos, la agricultura aporta, en promedio, sólo el 7% del crecimiento del PIB. Sin embargo, los rezagados ingresos rurales constituyen una importante fuente de tensiones políticas. Es necesario dinamizar los sectores agrícola y rural a fin de reducir la brecha de ingresos entre las zonas rurales y urbanas y disminuir la pobreza rural que afecta a 600 millones de personas, pero evitando caer en la trampa de las subvenciones y la protección que obstruirían el crecimiento y pesarían sobre los consumidores pobres.
En los países urbanizados, la mayoría de los cuales se ubica en América Latina y el Caribe y Europa oriental y Asia central, la agricultura aporta tan sólo el 5% del crecimiento del PIB, en promedio. Aun así, las zonas rurales albergan al 45% de los pobres, y las agroindustrias y el sector de la alimentación representan hasta un tercio del PIB. En estos países, el objetivo general consiste en vincular a los pequeños agricultores con los modernos mercados de alimentos y generar empleos remunerativos en las zonas rurales.
Según se señala en el informe, los países ricos deben reformar las políticas que perjudican a los pobres. Por ejemplo, es fundamental que Estados Unidos reduzca las subvenciones al algodón que hacen disminuir los precios de la producción de los pequeños agricultores africanos. En el incipiente sector de los biocombustibles, el problema reside tanto en los aranceles restrictivos como en las fuertes subvenciones que otorgan los países ricos, puesto que elevan el precio de los alimentos y limitan las oportunidades de exportación de los productores eficientes de los países en desarrollo. Asimismo, según el informe, los países industrializados, que son los que más han contribuido al calentamiento de la Tierra, deben intensificar urgentemente sus esfuerzos para ayudar a los agricultores pobres a adaptar sus sistemas productivos al cambio climático.

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